Pablo Ruiz-Tagle: "Hoy no se puede pensar en el reemplazo total de la constitución chilena"
Pablo Ruiz-Tagle, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, participó en la charla «El proceso constituyente chileno: fortalezas y perspectivas de futuro» el pasado 23 de enero, en un acto en UAB Casa Convalescència.
Participaron también los profesores Álvaro Anríquez y Claudio Palavecino, directores, respectivamente, del Departamento de Ciencias del Derecho y del Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Chile; Claudia Jiménez, profesora de derecho internacional público y relaciones internacionales de la UAB, y Jaime Ferraz, cónsul general de Chile en Barcelona. Los ponentes disertaron sobre las dificultades para substituir la constitución vigente, aprobada en 1980 en plena dictadura de Augusto Pinochet y sometida posteriormente a multitud de reformas parciales: las dos propuestas de nuevo texto constitucional presentadas en 2022 y 2023 han sido rechazadas en sendos referendos. El acto fue organizado por el Departamento de Derecho Público y de Ciencias Histórico-Jurídicas de la UAB, con la colaboración de la Universidad de Chile.
En su opinión, ¿la sociedad chilena quiere una nueva constitución?
Un sector en Chile, que no es ahora mayoritario, piensa que sería bueno tener una nueva constitución. Pero también hay un sector significativo, quizás más importante y que puede llegar a ser mayoría, que cree que es suficiente con hacer cambios en la constitución que tenemos hoy. Y hay otros que quieren mantener las cosas tal como están o incluso ir más a la derecha, reforzando aspectos que fueron moderándose a lo largo del proceso democrático que empezó en los años noventa. Quieren retroceder respecto a esos avances influidos por la derecha que representan Donald Trump y Jair Bolsonaro, que está muy presente en América Latina.
¿La profunda división política que refleja el rechazo a los dos proyectos presentados es un reflejo de la división social de Chile?
Creo que sí. La división se expresa tanto políticamente como en sectores sociales. Y tanto en la izquierda como en la derecha hay sectores que no son partidarios del sistema democrático: en la derecha, influidos por Trump y Bolsonaro, y en la izquierda, por Hugo Chávez y Nicolás Maduro. El centro no ha tenido la energía suficiente para convencer a toda la sociedad chilena de que debemos avanzar en democracia. Pero ese no es solamente un problema de Chile, sino de toda la región y del mundo entero. Hoy, la democracia está en peligro, se la ve debilitada y en muchos lugares se piensa que las soluciones autoritarias son el camino a seguir. Eso hace que solo el 8 % de los países del mundo vivan actualmente en democracias plenas.
En la imposibilidad de aprobar un nuevo texto constitucional, ¿ha influido mucho el desprestigio de la clase política?
Como profesor de derecho constitucional, yo no creo en la imposibilidad del proyecto constitucional. Pero sí creo que, por un tiempo prolongado, no se puede pensar en el reemplazo total de la constitución. Sí es posible aspirar a reformas graduales, específicas. La ciudadanía chilena ha dicho mayoritariamente: si vamos a cambiar el sistema, hagámoslo poco a poco, con reformas parciales. Ahora es más fácil cambiar la constitución, cosa que no era posible hasta hace poco. Y yo, como soy un reformista, un girondino, creo en la reforma gradual.
El problema del sesgo de confirmación que tanto daño hace en las redes sociales y en el tejido comunicativo en general parece haber abundado en la polarización política, ¿no?
Es muy cierto, y es algo de lo que no hemos hablado en nuestra charla. Lamentablemente, el mundo de las redes sociales expresa sentimientos primitivos: juntarse con los que piensan igual, buscar la descalificación antes que el pensamiento crítico... En vez de reflexionar, las personas buscan una voz de referencia que alimente su ego o su tribu, y eso debilita la democracia. Una democracia no puede funcionar con tambores y gente bailando alrededor del fuego; requiere el ejercicio de la persuasión y la deliberación. Hay que escuchar al otro y ver qué parte de los argumentos de otras personas tiene sentido, y ser crítico con las cosas que uno piensa en lugar de imponerlas u ofendernos cada vez que alguien dice algo que no nos parece correcto.
¿Cree posible que se llegue en los próximos años a un proyecto de consenso entre las diferentes sensibilidades políticas y sociales?
Absolutamente. Y creo que va a haber cambios constitucionales este año 2024, aunque sean pequeños. Lo que pasa es que los últimos cuatro años han sido muy intensos. Estamos, además, en un momento de espera propiciado por el actual gobierno, que no va a hacer ningún cambio en los dos años que le quedan por delante. Pero una vez se haya hecho la nueva elección, según quién salga elegido, se reabrirá un debate constitucional parcial, gradual, reflexivo... democrático, en definitiva.
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