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Universitat Autònoma de Barcelona

El Llibre dels jutges de la Seu d'Urgell es el texto más antiguo íntegramente escrito en lengua catalana y se hizo en Organyà

27 feb 2023
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Los investigadores de la UAB Jesús Alturo y Tània Alaix concluyen que el Liber iudicum conservado en la Seu d’Urgell fue copiado entre 1060 y 1080, probablemente por Traver Radolf, presbítero de Santa Maria de Organyà. El estudio que han llevado a cabo sobre los orígenes de la lengua catalana y los testimonios escritos más antiguos les ha permitido avanzar el momento de la formación de la lengua catalana al siglo IV y elaborar una lista de los treinta primeros escritores catalanes del periodo preliterario, a muchos de los cuales han puesto nombre y atribuido nuevos documentos.

Jesús Alturo i Tània Alaix
Los investigadores del Seminario de Paleografía, Codicología y Diplomática de la UAB Jesús Alturo y Tània Alaix. © Ricard Marco

Jesús Alturo, catedrático del Departamento de Ciencias de la Antigüedad y la Edad Media de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), y Tània Alaix, investigadora del Seminario de Paleografía, Codicología y Diplomática de la Universidad, proponen una visión general y nueva sobre los orígenes de la lengua catalana y los testimonios escritos más antiguos identificados hasta ahora, en un nuevo estudio recogido en el libro Lletres que parlen, publicado por la editorial La Magrana.

Los investigadores aportan nuevas dataciones de los textos antiguos más significativos escritos en catalán y ponen nombre a una treintena de autores, a muchos de los cuales han atribuido también documentos nuevos. La investigación que presentan, hecha a partir de estudios paleográficos, filológicos y sociohistóricos que combinan el análisis directo y personal de las fuentes primarias con el máximo rigor científico, es fruto de una investigación continuada en el tiempo, en la que han analizado miles de manuscritos de archivos y bibliotecas históricos catalanes, españoles y de países europeos como Francia, Italia y el Vaticano.

De los resultados obtenidos destaca una nueva datación del fragmento del Líber iudicum (LLibre dels jutges) que se conserva a los Archivos del Obispado de Urgell, así como la identificación de su probable autor. El documento se copió entre 1060 y 1080, casi un siglo antes de lo que se había propuesto hasta ahora, lo que lo convierte en el testimonio más antiguo que se conserva escrito en su totalidad en catalán. Y se hizo en Santa Maria de Organyà, probablemente a manos de Traver Radolf, un presbítero de la colegiata de Organyà que entre 1066 y 1084 dejó escritos varios documentos en buen latín y habría escrito la mencionada copia del Liber iudicum para uso del juez Albertí de Organyà.

Las partes levemente chamuscadas que los investigadores han detectado en el corte y los extremos del pergamino serían consecuencia del incendio que en 1090 deterioró Santa Maria de Organyà. Posteriormente, el pergamino habría sido reaprovechado a inicios del siglo XVI como cubierta de algún legajo de documentos o libro parroquial de Conques, municipio próximo a Organyà.

Por otro lado, los investigadores se reafirman en que las Homilies d’Organyà conservadas en la Biblioteca de Cataluña se copiaron alrededor del 1220, y sitúan su origen también en la colegiata de esta villa. Y sitúan en la misma época, entre 1220 y 1230 si no algo posterior, y no de finales del siglo XII, la segunda copia del Llibre dels jutges que se conserva en la Biblioteca de Montserrat.

Además, tanto el fragmento del Llibre dels jutges de la Seu d’Urgell como el de la Abadía de Montserrat se habrían copiado a partir de una sola traducción, y no de dos como se había considerado hasta ahora. Esta traducción del latín al catalán la habrían realizado en colaboración varios juristas, bajo la dirección del juez de Barcelona Ponç Bonfill Marc, maestro de jueces, en el primer tercio del siglo XI.

Los autores ofrecen también en el volumen publicado una nueva edición crítica de estos textos librarios y de los otros documentos o diplomas —textos de carácter administrativo y jurídico— identificados hasta ahora.

La formación del protocatalán, avanzada al siglo IV con muestras escritas en Barcelona

Jesús Alturo y Tània Alaix avanzan el momento de la formación de la lengua catalana, como mínimo, al siglo IV, entre tres y cuatro siglos antes de lo que mayoritariamente se ha argumentado. Lo hacen a partir de la identificación en los escritos de san Paciano, obispo de Barcelona, de gran formación clásica y autor cultísimo de obras en latín, de palabras y expresiones aisladas, como «si te placet» (‘si et plau’, forma catalana de ‘si le place’), «subinde» (‘sovint’, que en español significa ‘a menudo’) y «ceruulus» (‘cèrvol’, cuyo equivalente en español es ‘ciervo’), «formas populares tempranas en las que ya late un protocatalán en gestación avanzada», en palabras de los investigadores.

Estos testimonios en palabras aisladas se hicieron más frecuentes desde el siglo IX, y ya en el siglo XI, que es el del arranque firme de la catalanización de la escritura, en frases cortas y textos largos. «En este siglo vemos cómo en documentos de actos jurídicos usuales se utiliza una especie de plantilla escrita en latín, pero con las partes concretas y sustanciales del texto redactadas en un lenguaje arromanzado y a veces ya totalmente en catalán», según los autores.

Los 30 «patriarcas» del catalán preliterario

A partir de los miles de manuscritos estudiados a lo largo de estos años, los investigadores de la UAB han elaborado una relación de una treintena de los que consideran los «patriarcas», los primeros escritores del catalán preliterario, a la mayoría de los cuales han puesto nombre y atribuido documentos nuevos.

La lista, encabezada por san Paciano, comprende, entre otros, el canónigo Adanagell de Vic, que usó por primera vez la palabra «estel» (‘estrella’) ya en género masculino (año 889); el diácono Egfred de Barcelona, a quien han identificado como el primero en escribir diversas frases cortas en catalán (1022), o Ramon de Cabó, a quien Alturo y Alaix ya identificaron en un estudio anterior como autor del Memorial de greuges de Guitard Isarn.

Entre los nuevos escribanos y manuscritos que los investigadores han identificado también figuran Isnard, abad de Santa Maria de Alaó, a quien atribuyen el juramento de Radolf Oriol; Pere Jofre, sacristán de Santa Maria d’Organyà, que habría escrito la copia del capbreu de Fontanet, o Bernat de Ortoneda, canónigo y notario público de Organyà, como autor de la sentencia en la causa entre la iglesia de Organyà y Pereta d’Anell.

Dentro del panorama cultural general que los autores presentan, también tienen en consideración los primeros escribanos en latín identificados con alguna particularidad, como por ejemplo los tres primeros disléxicos y el primer «hombre del tiempo» de las tierras catalanas. También dan cuenta de las primeras mujeres alfabetizadas: la monja Riquell, primera lectora de un libro dejado en préstamo (957); la culta Guidenell (1020), la primera mujer en escribir una frase en un documento original conservado en Cataluña, y la cultísima e incluso escribana profesional Alba Guibert de Vic (1044).

manuscritos anitguos catalán

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Fragmento de la versión catalana del Liber iudicum, 1060-1080 © Archivos del Obispado de Urgell; fragmento del segundo manuscrito de la versión catalana del Liber iudicum © Biblioteca de Montserrat; diploma en latín del presbítero Traver Radolf de Organyà © Biblioteca de Cataluña; firma de Guidenell © Archivos del Obispado de Urgell; juramento de Radolf Oriol © Archivo de la Corona de Aragón y sermón De paenitentibus de san Paciano de Barcelona © Biblioteca Apostólica Vaticana.

La necesidad de hacerse entender con el pueblo

A la luz de sus hallazgos, los investigadores afirman que el catalán escrito no emergió, tal como se ha argumentado, por ignorancia de los escribanos ni por incapacidad de la lengua latina para expresar los nuevos conceptos de la época feudal, motivo por el cual la mayoría de los textos catalanes primitivos serían originarios del obispado de Urgell. Por el contrario, los escribanos urgelitanos eran mayoritariamente cultos y tenían un notable conocimiento del latín. Además, los primeros testimonios escritos en catalán fueron producidos en el área barcelonesa. «En realidad, fue la “fuerza” del pueblo, mayoritariamente analfabeto, la que hizo romper a los escolarizados la rutina académica de escribir solo en latín», concluyen los investigadores.

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