"El problema ahora no es la visibilidad, ahora se tienen que construir espacios amables"
Este jueves 16 de mayo la sala de teatro de la UAB ha recibido a Eugeni Rodríguez i Giménez, director de “L’Observatori contra l’LGBTI-fòbia”, Neus Miquel i Tàpies, ex miembro del JALG, y Judit Silvestre y Carla Pascual, miembros de IRIS LGBT+. Se ha hablado sobre el cambio generacional, las reivindicaciones por los derechos de las personas LGBTI y las acciones llevadas a cabo por los diferentes colectivos.
Son las 13:00 y la sala de cine se llena poco a poco de personas que asisten al coloquio sobre el movimiento LGBTI en la UAB. Unos cinco minutos más tarde, la secretaria general, Esther Zapater, abre el acto diciendo: “A partir de los documentos del Archivo General de la UAB, el Observatorio para la Igualdad ha podido trazar de manera breve una genealogía del movimiento LGBTI en nuestra universidad”. Así mismo, remarca que estamos en un momento donde los delitos de odio están en alza. En Cataluña, se ha dado un aumento del 7% en las incidencias LGBTI-fóbicas, según los datos de “l’Observatori contra l’LGBTI-fòbia. Por este motivo, Zapater insiste en la “lucha contra la vulneración de los derechos de las personas”. También ha querido avanzar que “la UAB está trabajando en cómo actualizar todas las bases de datos y cómo ajustamos los presupuestos con una perspectiva de género”.
Una vez acaba su intervención, da paso al moderador, Eugeni Rodríguez i Giménez, actual presidente de “l’Observatori contra LGBTI-fòbia”. Rodríguez aprovecha para recordar sus días como miembro de “Joves Per a l’Alliberament Gai” (JAG). Esta fue la primera asociación LGBTI juvenil y con presencia en la universidad, que surgió como una escisión del “Front d’Alliberament Gai de Catalunya”. “No pude estudiar en la UAB, porque no tuve la oportunidad. Era muy duro salir del armario en este momento, porque existían unas leyes, como la del escándalo público, que nos reprimían”, dice. También fue un periodo donde la Organización Mundial de la Salud (OMS) aún consideraba la homosexualidad como enfermedad. Esto, como describe Rodríguez, se veía reflejado en algunos de los manuales de las Facultades de Medicina, Psicología y Derecho.
Entre 1986 y 1989, otro aspecto al que se tenía que enfrentar el JALG era el rechazo De la Iglesia Católica. Tal y como relata Rodríguez, en aquel momento, el papa Juan Pablo II aún hablaba de la homosexualidad como un pecado. En cambio, en el caso del lesbianismo, la iglesia no lo mencionaba, ya que se consideraba un hecho “inexistente. Con esto, el director de “l’Observatori contra l’LGBTI-fòbia” quería mostrar que las mujeres aún estaban más invisibilizadas. De hecho, la tarea de “Eix Violeta”, una asociación que, aunque no era universitaria, actuaba en conjunto con el JAG y fue crucial para la lucha de las lesbianas en Cataluña. Rodríguez recuerda una de las acciones más reivindicativas que hicieron en aquel entonces: situar dos camas en medio de las calles de Barcelona con dos chicas en una y dos chicos en otra y una pancarta con el lema “lo nuestro sí es pecado”.
Esta visibilidad ha sido una tarea esencial para los colectivos LGBTI que han actuado en la UAB. Esta universidad albergó el JAG y el JALG, creada en 1996 como “Joves per l’Alliberament Lesbià i Gai “, unos colectivos que se reunían en un espacio cedido por la universidad. Este espacio, para las dos asociaciones fue vital, ya que significaba un lugar seguro donde expresarse y continuar su lucha. Fueron muchas personas las que pasaron por alguna de estas organizaciones, cómo Joan Tallada, doctor en Sociología y un referente en temas de HIV/SIDA.
También fue el caso de Neus Miquel i Tàpies, veterinaria y activista en temas LGBTI, que participa en el coloquio de hoy. “Yo entré al JALG el año 2000, pero la mayoría de las personas que lo formaban no habíamos salido aún del armario”, recuerda Miquel. De hecho, la gente se comunicaba a través del correo, por el anonimato. La visibilidad y los grupos de ayuda eran los ejes de acción más relevantes para el JALG. Tal y como explica Miquel, crearon un grupo no mixto de mujeres y “empapelaron toda la UAB con carteles que preguntaban si eras lesbiana”. Otras acciones que desarrollaron fueron talleres y jornadas, como la del Día Internacional del SIDA el 2001. Para el JALG, como explica Miquel, las campañas eran la herramienta esencial para la visibilidad en temas LGBTI y de sexualidad.
En 2024, las reivindicaciones han cambiado. Como recogen Judit Silvestre y Carla Pascual, miembros de IRIS LGBT+, actual colectivo de la UAB, su objetivo es construir un espacio seguro, donde crear comunidad y compartir experiencias. Quieren una UAB inclusiva. Unas reivindicaciones que van mucho más allá del tema político, aspiran a crear una red de apoyo entre el alumnado. Por este motivo, sus acciones se articulan alrededor del ocio. Por ejemplo, el club de lectura y el club de cine son dos actividades con mucha participación. Así mismo, han creado un espacio de apoyo para las personas que lo necesiten y actúan en vínculo con el Observatorio para la Igualdad.
Eugeni Rodríguez i Giménez confirma también esta necesidad de crear vínculos presenciales. “En una era tan digitalizada como en la que nos encontramos, la interconexión entre personas de la comunidad LGBTI es más importante que nunca. De hecho, eso es lo que nos permitió crear ’l’Observatori contra l’LGBTI-fòbia’”.
Falta un cuarto de hora para las 14:00 y el coloquio está a punto de terminar. Es el momento en el que el público interviene. Una de las personas asistentes pregunta cómo fue la reacción de la sociedad hacia el colectivo JALG y en qué se diferencia con la que recibe actualmente IRIS. Miquel no recuerda ningún delito de odio, simplemente “a la gente que no le interesaba, no iba”. Rodríguez, en cambio, sí que recuerda algunos comentarios LGBTI-fóbicos en los lavabos de las facultades. A su vez, estos espacios funcionaban como canales de comunicación. “En los lavabos nos dejábamos mensajes. De hecho, el JAG hizo un estudio sobre estos mensajes, ya que, para nosotros, como gais, eran muy importantes”, explica Rodríguez. Silvestre añade que la situación no ha cambiado tanto y estos espacios aún se utilizan con este propósito.
El público también se interesa en saber si el JALG o IRIS mantiene alguna conexión con otros colectivos universitarios similares. Neus Miquel recuerda que Sin Vergüenza actuaba en la UAB, pero, como tenían diferencias en las líneas de actuación, nunca estuvieron en contacto. Pasa lo mismo en el caso de IRIS, según confirma Pascual.
Aún hay tiempo para una tercera pregunta, que indaga en el logotipo de los tres colectivos, ya que comparten el triángulo equilátero invertido. El JAG y el JALG en rosa, IRIS en negro. Rodríguez explica que es un símbolo histórico de la lucha por los derechos de las personas LGBTI. Este triángulo se utilizaba para señalar a las personas de la comunidad LGBTI en los campos de concentración nazi, donde fueron terriblemente oprimidas por su identidad de género y su orientación sexual. El anagrama continúa, como también continúa la lucha por los derechos de las personas LGBTI en diferentes ámbitos. Unas reivindicaciones que han cambiado con las generaciones, pero que continúan para conseguir una universidad inclusiva y diversa.
Las últimas palabras son de Maria Prats, directora del Observatorio para la Igualdad, que quiere agradecer la participación de Rodríguez, Miquel, Pascual y Silvestre. Como declara, “para el equipo del Observatorio ha sido una iniciativa muy buena, que nos ha permitido recuperar parte de nuestra historia como universidad desde la perspectiva de género y LGBTI”.
Si te perdiste el coloquio, puedes recuperar el breve trazado histórico sobre el movimiento LGBTI en la UAB en los roll-ups que se expondrán en las diferentes bibliotecas de la UAB. Esta ruta comienza en la Biblioteca y Hemeroteca de Comunicación, donde estarán expuestos desde el 23 de mayo hasta el 5 de junio.