La Inteligencia Artificial Generativa en el Aprendizaje de Lenguas
Artículo escrito por el director de Idiomas de la UAB Barcelona, Pascal Shaw, y la profesora de español Olivia Espejel, sobre el uso de la Inteligencia Artificial Generativa en la enseñanza de idiomas.
16/12/2025
La Inteligencia Artificial Generativa (IAG) es una rama específica —aunque pequeña— dentro del campo amplio de la inteligencia artificial. Designa un conjunto de tecnologías capaces de producir contenidos nuevos —texto, conversación, imágenes, audio, video, presentaciones y otros muchos formatos— a partir de patrones aprendidos en enormes volúmenes de datos. En los últimos años, numerosas empresas han empezado a lanzar sus propios productos basados en IAG. Entre las más destacadas encontramos OpenAI, creadora de ChatGPT; Google, con modelos como Gemini, Notebook LM, Nano Banana AI o DeepSeek, entre otras muchas iniciativas que se añaden a un ecosistema diverso, competitivo y con un gran potencial de disrupción en ámbitos educativos.
El sector de la enseñanza de lenguas vive ahora esta disrupción, que se añade a otros retos tecnológicos y de deslocalización. Como siempre, tenemos que convertirlos en oportunidades, pero esta adaptación no es inmediata. Las escuelas con vocación de servicio necesitan tiempo para integrar las nuevas tecnologías y dar una respuesta práctica, como por ejemplo nuevos modelos de cursos o contenidos innovadores.
Aun así, ya hay macroplataformas que utilizan IAG para crear materiales y ofrecer programas de autoaprendizaje, con el objetivo explícito de prescindir del profesor tanto en la creación de contenidos como en la enseñanza. En este modelo, todo es generado por botes y el alumno interactúa exclusivamente con botes, porque las empresas consideran que ha llegado el momento de enseñar sin intervención humana. El motivo está claro: el profesor tiene un coste elevado y reduce los márgenes de beneficio. Para estas empresas, el docente acontece una pieza prescindible.
Además, la deslocalización agravia el problema: las macroplataformas contratan profesores para ofrecer servicio 24/7 con tarifas tan bajas que resulta imposible competir. En las licitaciones públicas, casi todas exigen plataformas con IA integrada y precios de licencia muy bajos, lo cual consolida este modelo. Las empresas que apuestan por estos servicios low-coste han recuperado una vieja fórmula: el autoaprendizaje en línea abajo coste, un enfoque que se podría cuestionar desde la perspectiva académica.
¿Cómo responder? Nadie tiene una respuesta clara. No sabemos si estamos ante un tsunami tecnológico que se desvanecerá en dos años como una burbuja efímera o si es un cambio de paradigma en una época de cambios constantes. El que sí sabemos es que tenemos que incorporar esta tecnología en el aula para ayudar los alumnos y hacer una formación altamente humana con el apoyo de una herramienta potente.
Docentes y aprendices disponen hoy de un acceso amplio a estas tecnologías, que pueden facilitar los procesos de enseñanza y aprendizaje, si se hace un diseño pedagógico adecuado. Pero el uso de la IAG comporta retos: sesgos, estereotipos, “alucinaciones” e información poco fiable; dependencia excesiva que reduce el esfuerzo cognitivo; y brechas digitales, económicas y de competencias que amplifican desigualdades. Por eso hay que seguir marcos de competencia en IA, como los propuestos por la UNESCO, para garantizar un uso crítico, responsable e inclusivo.
En el ámbito del aprendizaje de lenguas, es esencial que la comunidad docente integre la IAG en tareas comunicativas para desarrollar competencias comunicativas, críticas y éticas. Esto exige formación sólida y continuada, que las instituciones tienen que garantizar si quieren promover un uso pedagógico significativo.
En conclusión, la IAG es una oportunidad extraordinaria, pero requiere conocimiento, criterio y ética. No es un sustituto del docente ni tiene que eliminar los procesos cognitivos necesarios para aprender. Su valor rae al enriquecer experiencias humanas auténticas —interacciones reales, producción de textos significativos, negociación de significados— y llevarlas más allá. Integrada con intención pedagógica, la IAG puede enriquecer el aprendizaje sin desvirtuar la esencia humana. No olvidamos que la lengua es comunicación humana, no entre botes, y que la comunicación con IAG es poco significativa y motivadora a medio y largo plazo.