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07/2012

Cultura, educación y desarrollo humano en América Latina

Para erradicar la pobreza de los países latinoamericanos se ha propuesto, por una parte, utilizar la educación de la población para mejorar así su experiencia. Por otra parte, la mejora económica también ha sido propuesta para que las condiciones sean más favorables. Ahora bien, para llevar a cabo esta mejora económica se debe considerar que las desigualdades económicas también sean erradicadas, y la mejora no sea sólo para unos pocos, y que esta mejora no esté basada sólo en los recursos naturales del país que hay que conservar. Así, este artículo propone unificar educación y economía junto con cultura para buscar mecanismos que permitan que pobreza y desigualdad sean eliminadas definitivamente. Añadir la cultura puede servir para cambiar la visión que los propios habitantes de estos países tienen de ellos mismos, además de cambiar también las funciones que tienen las diferentes instituciones del país.

En América Latina persisten la pobreza y la desigualdad. Las estadísticas son contundentes pese a que en los primeros años del siglo XXI han mejorado las perspectivas. El desarrollo humano es, ante todo, erradicar la pobreza y la desigualdad. Son muchas las voces que proponen como gran remedio la educación. Los economistas defienden centrarse en el desarrollo económico que trae –dicen- como consecuencia obligada un mayor desarrollo humano. Cada una de estas dos líneas, tomadas separadamente, es insuficiente. Ambas son complementarias. Además, hay otra variable interviniente a la cual se ha prestado escasa atención: la cultura. En este escrito se pasa revista a las limitaciones de los enfoques economicista y educativo y se introduce el factor cultural como otro de los condicionantes del desarrollo.

Es falaz la aserción de que el desarrollo económico trae consigo, ipso facto, la mejora en las condiciones de vida de la población: Sería necesario para ello, amén de un incremento notable en la riqueza global, una redistribución adecuada de la misma. Por otra parte, una política económica positiva a medio y largo plazo ha de basarse en la productividad (empleo) y no sólo en la explotación de los recursos naturales. La inversión que crea trabajo y riqueza necesita por añadidura un marco legal y jurídico seguro. Rehuye la lacra de la corrupción y las veleidades populistas de  gobiernos de turno.

La educación y la economía son aliadas naturales. Ambas se complementan: las mejoras en economía auspician mayores inversiones en educación y estas crean expertos que refuerzan aquella. No obstante, si las mejoras en educación no están acompañadas de un relance de la economía, los titulados o bien se resignan a un subempleo o emigran. Pero no es solo una titulación superior la meta de la educación en América Latina. El analfabetismo alcanza aun cotas elevadas y mas si se tiene en cuenta que, para conseguir un trabajo relativamente bien remunerado, hacen falta, según los expertos, personas que tengan un manejo fluido de la lecto-escritura, acceso a un segundo idioma, conocimientos científicos y matemáticos e informática.



La cultura sobrevuela el panorama económico y el educativo. En este escrito se analiza, partiendo de un estudio realizado en Venezuela, cómo la productividad en el sentido moderno necesita de un ethos también moderno: una mentalidad que no atribuya el retraso a “causas” que escapan al control personal como son Dios, el destino, la mala suerte, etc; unas relaciones (económicas) que eximen  el compadreo, el caciquismo o la búsqueda exclusiva de influencias;  unas aspiraciones que no se vean cercenadas por la pobreza de cuna o por residir en barrios marginales. La educación crea cultura; la cultura condiciona los frutos (esperados) de la educación. La cultura no juega solo a niveles individuales sino también institucionales. Instituciones políticas, administrativas, sanitarias, jurídicas etc mal gestionadas acarrean que la solución de los problemas se busque preferentemente por vías “privadas”.

En resumen, educación, economía y cultura conforman un bucle en que el desarrollo humano se auto-refuerza o se auto-disuelve. Que, por tanto, el enfoque del desarrollo humano en América Latina ha de poseer carácter sistémico. “La educación no puede por si sola resolver los problemas sociales sino que exige para ello que, paralelamente, se produzcan determinadas transformaciones en otros ámbitos de la sociedad. […]. El énfasis por tanto se sitúa en las políticas globales, capaces de plantear estrategias convergentes en las esferas económica, social y educativa” (Documento OEA. Metas educativas 2021. Madrid OEI, 2010).

Adolfo Perinat

Referencias

Perinat, Adolfo. Culture, education and human development in Latin America
Cultura y Educación, Volume 24, Number 1, March 2012 , pp. 111-124(14).

 
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