Velles noves paraules del nostre llenguatge
El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española se ha editado en su vigésima segunda edición a principios del siglo XXI (2001, versión en CD-ROM 2003), una nueva edición que no puede entenderse sin tener en cuenta que durante más de dos siglos la Corporación ha publicado más de veinte ediciones del Diccionario y que cada una de ellas ha constituido el punto de partida para la elaboración de la siguiente.
El artículo "La Real Academia Española al finales del siglo XIX: El Diccionario de la lengua castellana de 1899 (13ª edición)" es un estudio profundo de la última edición del siglo XIX que pretende demostrar la importancia que esta edición tiene en la historia del diccionario académico y en la historia de la lexicografía española. En 1899, se incorporaron por primera vez al diccionario académico términos tan modernos en aquel momento como anarquismo, automóvil, conjuntivitis, conmutador, gamopétalo, micrófono, microbiología, modernismo o salicílico: se introdujeron, además, otro tipo de modificaciones que perduran incluso en la edición del año 2001.
Especialmente a partir de la edición de 1884, la Academia y su diccionario habían sido el blanco de muchas críticas tanto por no incluir el léxico más moderno como por ciertas incoherencias en las definiciones. La edición de 1899 es producto de una revisión concienzuda que se realiza lema a lema y que produce un notable incremento de voces, además de una revisión completa del contenido de los artículos de las voces que ya contenía el Diccionario. Se examinaron y discutieron detenidamente todas las incorporaciones e incluso se crea una "Comisión de Electricidad" que se encargó de las incorporaciones relacionadas con esta área de la técnica tan pujante a finales del XIX.
En la nueva edición intervinieron activamente académicos de diversa formación que dejaron huellas indelebles en el Diccionario; entre ellos, cabe mencionar al polifacético E. de Saavedra, el científico D. Cortázar, el botánico M. Colmeiro, el músico F. Asenjo Barbieri, a los que se unen a humanistas y escritores como M. Menéndez y Pelayo, J. Valera o C. Muñoz del Manzano.
La preocupación máxima de la labor académica de aquellos años se centra en la admisión o rechazo de los múltiples neologismos y tecnicismos que se acuñaron y difundieron en aquella época; para su admisión en el diccionario normativo, la Academia exigía la necesidad de su uso, su buena formación y la adecuación a la estructura del español. Ello explica que voces como amperio, julio, ohmio, vario, voltio sean admitidas en español con la terminación -io, que es la solución que adopta la Academia al introducir estas voces por primera vez en la edición de 1899.
Figura 2. Comparación de una misma entrada en la edición anterior (1884) y en la edición del Diccionario de 1899 donde se ven las diferencias entre una y la otra.
Otra de la innovaciones fundamentales del Diccionario de 1899 es el notable cambio que sufren las definiciones de los nombres de animales y plantas a los que se aplica una definición básicamente enciclopédica que sigue las directrices de la botánica más moderna (véase el ejemplo de la entrada damasquina).
En suma, la edición de 1899 representa un hito nada despreciable en la historia de la lexicografía académica.
Referències
Article: G. Clavería: "La Real Academia Española a finales del siglo XIX: El Diccionario de la lengua castellana de 1899 (13ª edición)" Boletín de la Real Academia Española, LXXXIII, 2003, 255-336.