Sobrevivir a un cáncer infantil enseña a vivir
El cáncer infantil constituye un grupo heterogéneo de enfermedades oncológicas con etiología, diagnóstico y pronóstico muy variable. Aunque se trata de una patología infrecuente (apenas un 2% de todos los diagnósticos oncológicos en España son pediátricos), en los países desarrollados el cáncer sigue constituyendo la segunda causa de muerte en la infancia después de los accidentes. Sin embargo, en las dos últimas décadas hemos experimentado un importante progreso en el conocimiento y tratamiento del cáncer infantil, lo cual ha supuesto cifras de supervivencia relativa que rondan el 75% (Peris et al., 2003). Pese a todo, estos supervivientes son un colectivo con riesgo de padecer una serie de alteraciones a medio o largo plazo tanto físicas como psicológicas, a consecuencia del cáncer y su tratamiento. Por todo ello, el estudio de su calidad de vida se ha convertido en un área emergente y de especial relevancia tanto científica como aplicada.
En nuestro estudio, evaluamos la calidad de vida de un grupo de 34 adolescentes supervivientes a un cáncer (concretamente, de leucemias, linfomas y otros tumores sólidos), y comparamos sus resultados con los de un grupo de 338 adolescentes de la población general sin historial oncológico previo. Para ello administramos el cuestionario de salud percibida SF – 12 v2 a ambas muestras. Los resultados ponen de manifiesto que la calidad de vida de nuestra muestra de supervivientes, es satisfactoria y similar a la manifestada por la población general. Es más, se pudo observar que los supervivientes manifiestan mayor bienestar psicológico que los adolescentes de la población general de su misma edad. Este hecho podría explicarse, tal y como ha sido sugerido en otros trabajos (Eiser, Hill y Vance, 2000; Mattsson, Ringnér, Ljungman y von Essen, 2007), porque a veces, la experiencia de haber sobrevivido a una enfermedad potencialmente amenazadora para la vida de un individuo, puede conllevar un cambio de valores, prioridades vitales o incluso ciertos cambios en el modo de ver el mundo o a uno mismo. En este sentido, podríamos hablar de que los supervivientes muestran un patrón de respuesta resiliente o, en otras palabras, cierta capacidad para adaptarse positivamente a una situación amenazante y sobreponerse a ésta satisfactoriamente.
Llegado este punto, cabe matizar que en la muestra de supervivientes que participó en nuestro estudio, no se incluían a los diagnosticados de tumores en el sistema nervioso central, puesto que se trata de un grupo diagnóstico con mayor riesgo de presentar alteraciones funcionales, tanto por la propia localización del tumor, como por la aplicación de los tratamientos necesarios para la supervivencia del paciente (Anderson et al., 2001).
Consideramos que estos resultados son importantes porque, por un lado, confirman lo que vienen señalando estudios recientes de ámbito anglosajón sobre el tema (Langeveld, Stam, Grootenhuis y Last, 2002), es decir, que en general, los supervivientes de un cáncer infantil son capaces de adaptarse a una vida normalizada tras la experiencia oncológica; y por otro lado, los resultados son importantes porque en España, las personas en edad pediátrica constituyen un grupo poblacional que ha suscitado poca investigación, y menos aún en el ámbito específico de la psico-oncología.
En todo caso, a pesar de que existe un progreso real y los estudios en éste ámbito han ido creciendo paulatinamente, sigue siendo esencial la necesidad de seguir investigando para mejorar el conocimiento que se tiene de los adolescentes que han padecido un cáncer en edad pediátrica, así como sus posibles necesidades una vez se encuentren en periodo de remisión.
Referencias
"Calidad de vida en adolescentes supervivientes de cáncer infanto-juvenil". Castellano, C., Blasco, T., Oller, A., Pérez Campdepadrós, M., Sánchez de Toledo, J. & Capdevila, L. Medicina Clínica (Barc), 133 (20), 783 – 786, 2009.