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El Departamento de Química de la UAB inició el ciclo "Químics difonent química" con la conferencia de Pablo Espinet, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Valladolid. Este acto es el primero de los que el departamento ha preparado para el presente curso con motivo del Año Internacional de la Química 2011. Éste, impulsado por la IUPAC (International Union of Pure and Applied Chemistry) y la UNESCO (United Nations Educational, Scientific, and Cultural Organization) conmemora el centenario de varios acontecimientos importantes para la química contemporánea, como la concesión del Premio Nobel de Química a Marie Curie, el primer Congreso Solvay para químicos y físicos, y la fundación en París de la Asociación Internacional de Sociedades Químicas. El lema escogido ha sido: "Química: nuestra vida, nuestro futuro".

Gregori Ujaque, profesor del Área de Química Física y uno los organizadores del acto, abrió la sesión incidiendo en la necesidad de actividades como esta para "lavar la cara" a la química, ya que durante los últimos años ha tenido una imagen muy negativa en la sociedad. El doctor Ujaque presentó a Pablo Espinet como uno de los miembros de la "brillante tradición química de Zaragoza" desde que presentó su tesis doctoral en la universidad de esa ciudad hace 35 años.

Su conferencia con el título: "Catálisis homogénea con metal: Una mirada inorgánica en la síntesis ¿orgánica?" fue una clara provocación a los químicos orgánicos, como él mismo reconoció, pues en todo momento se mostró contrario a hacer este tipo de distinciones entre dos ramas de la química que él considera inseparables. Esto es especialmente cierto para la química organometálica, que ha protagonizado el Premio Nobel de Química de este año 2010.

Tras hacer un recorrido histórico por los inicios de la organometálica constató que en el s.XIX la química era una ciencia interdisciplinar y lamentó el establecimiento de ramas tan definidas en ella. Gracias a que los orgánicos construyeron una disciplina bien establecida y con gran autonomía, éstos se encontraron "con el pie cambiado" en lo que se refiere a la incursión inorgánica en las reacciones orgánicas. Hasta tal punto llegó esta actitud, que un importante químico orgánico de Suiza (mantenido en el anonimato por Pablo Espinet) se refirió al centro metálico de los compuestos organometálicos como un simple "protón gordo", lo que refleja una incomprensión profunda del papel que juega el centro metálico, pues éstos intervienen de una manera que no puede hacer un protón, como provocar la quiralidad.

Una de las anécdotas que compartió el doctor Espinet fue referente a la "fiebre del oro" cuando hace unos años las características de este metal lo convirtieron en objeto de muchas reacciones catalizadas. Para sorpresa de muchos de los asistentes, Pablo Espinet afirmó que "la reacción de Sonogashira sin paladio", desarrollada recientemente, no está catalizada por oro, como se pensaba habitualmente, sino por trazas de paladio contaminante en el oro supuestamente catalizador. El hallazgo sobre esta reacción de acoplamiento de acetilenos terminales, ha sido publicada recientemente en Organic Letters en el artículo "Unlikeliness of Pd-Free Gold (I)-Catalyzed Sonogashira Coupling Reactions".

Su intervención continuó con explicaciones sobre las reacciones de Heck, Stille, Negishi y Suzuki, los recientes galardonados con el Nobel de química, excepto Stille quien murió en 1989, e insistiendo en la importancia que tienen las reacciones de isomerización para determinar el éxito de la síntesis de una reacción global. Finalmente, haciendo uso del humor que mostró a lo largo de toda la sesión, estableció una analogía entre las reacciones de catálisis y el mítico videojuego "Labyrinth", donde mostró una situación en la que una rata (los reactivos) y una serpiente (las vías de descomposición) compartían un laberinto sin salida hasta que ambas se encontraban y la serpiente mataba a la rata. La acción del catalizador es cortar los caminos y reducir la libertad de movimiento de los dos animales hasta que al final los reactivos acaban encontrando una salida hacia los productos.

La conferencia terminó con un llamamiento a recuperar el antiguo espíritu de la química del s.XIX, en el que los científicos no se definían según su actividad específica sino por la pertenencia a esta gran ciencia global que es la química.