La visión médica del cuerpo de la mujer a principios del siglo XX
Durante la historia, el cuerpo del hombre se consideraba como la norma o referente del cuerpo humano. En cambio, el cuerpo de la mujer era una variante, y, a lo largo de los siglos XIX y XX, gradualmente se veía como un cuerpo patológico, sus funciones reproductivas lo hacían proclive a las enfermedades corporales y mentales y, por tanto, cada vez más susceptible de intervención médica y científica.
La especialidad ginecológica, tanto o más que la psiquiatría, se encargó de definir y tratar buena parte de trastornos de las mujeres. Los ginecólogos del siglo XIX y principios del XX afirmaron que las enfermedades femeninas no se debían tratar aisladamente, sino que debía considerarse el cuerpo como un todo. La identificación de la mujer con su aparato reproductor en general y con el útero en particular provocó, desde aquella perspectiva, el desarrollo de un discurso y de unas prácticas curativas que explicaban el origen de toda patología femenina en esta parte concreta de su cuerpo.
El dominio sobre todo lo relacionado con la mujer y su cuerpo otorgó al ginecólogo el papel de guía en la educación de las jóvenes de la sociedad burguesa de aquella época. En este contexto, el discurso hegemónico establecía el ideal burgués de la mujer que se quedaba en casa para cuidar de los hijos y el orden del hogar.
Un ejemplo de este discurso es el ginecólogo de finales del siglo XIX principios del siglo XX, Miquel A. Fargas Roca, catedrático de Ginecología de la Universidad de Barcelona. Su obra más relevante es el Tratado de Ginecología publicado en Barcelona en 1903, y reeditado en 1910 y 1918. A través de su manual-tratado para los estudiantes de medicina y médicos en general, Fargas establece cómo debe ser y comportarse la mujer de su época. En el capítulo de la Higiene, Fargas afirma que si a las chicas, en edad de formación, se las cargaba de demasiado trabajo -en el caso de las chicas de burguesía- o se las hacía ir a trabajar a fábricas y talleres -en el caso de mujeres trabajadoras- , podía afectar al correcto desarrollo de sus órganos reproductores. Este hecho podía provocar enfermedades y sobre todo podía ser perjudicial para tener hijos. La mujer estaba destinada en cuerpo y alma a la reproducción desde la pubertad.
Figura: Dibujo esquemático de una vagina, donde se puede ver el clítoris, figura 268, p. 441 del "Tratado de Ginecolgía".
La teoría médica de este periodo afirmaba que si la mujer estimulaba demasiado un órgano concreto podía provocar el deterioro de otro órgano. Por ejemplo si las chicas realizaban actividades intelectuales en exceso, estimulando de esta manera el cerebro, esto podía perjudicar el desarrollo correcto de los órganos reproductores y provocar problemas menstruales que nunca serían corregidos, o bien causar problemas mentales como la histeria y epilepsia. Fargas explica que para poder evitar estas enfermedades se debía educar correctamente las chicas y guiarlas en el camino de la maternidad, ya que la mujer sólo era feliz cuando era madre, según sus palabras : "para la mujer sexuada, su porvenir, su bienestar y su felicidad están en su aptitud perfecta para la maternidad". Para conseguir una buena educación y orientación, las chicas tenían que pedir ayuda y consejo del ginecólogo, que era el guía adecuado porque como científico tenía un amplio conocimiento del cuerpo y la mente de la mujer.
La legitimación del discurso hegemónico sobre el modelo de la mujer como "el ángel del hogar" en la obra de Fargas también se observa en el capítulo dedicado a la Etiología General. Fargas describe aquí las causas de las enfermedades y las clasifica bajo diferentes apartados, como Educación, Coito, Masturbación. En el controvertido asunto del onanismo las teorías médicas coetáneas consideraban que la masturbación continuada comportaba un deterioro de la salud, el cual se podía manifestar en afecciones ginecológicas, o también en malestares anímicos y problemas mentales. Ante esto había que buscar ayuda médica. El órgano más relacionado con la masturbación era el clítoris, que se convirtió en el culpable de las enfermedades de las mujeres y también de la falta de placer en la cama marital, según algunos médicos estos problemas podían ser provocados por la deformidad del clítoris.
La solución encontrada por los ginecólogos fue la intervención quirúrgica para modificar el clítoris, o incluso hacer una clitoridectomía o ablación del clítoris. En la segunda mitad del siglo XIX, en países como Estados Unidos y Gran Bretaña se practicaba esta intervención bajo el impulso de una campaña publicitaria burguesa que pretendía demostrar que la pasión no era propia de la mujer normal. Sin embargo, esta operación no se practicó tanto en España. De hecho, Fargas no era partidario de este tipo de intervención quirúrgica, pues prefería las soluciones psicológicas y afirmaba que si se curaba el hábito de la masturbación las jóvenes se recuperaban satisfactoriamente.
El Tratado de Ginecología Fargas consigue sus objetivos fundamentales: transmitir conocimientos a estudiantes y a médicos y establecer las bases de una nueva especialidad médica, la Ginecología, basada en los principios de una cirugía y unas técnicas de exploración y diagnóstico renovadas. Pero al mismo tiempo este manual da las pautas al ginecólogo para guiar a las mujeres en el camino de la procreación y el mantenimiento de la felicidad en el matrimonio y el hogar.
Referencias
“Las ilustraciones del cuerpo femenino en el Tratado de ginecología de Miquel A. Fargas Roca (1910)” a la revista Dynamis. 2013; 33 (1): 139-168.