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05/2013

Hacia una nueva civilización post-petrolera

El Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la UAB, como coordinadora del proyecto europeo y multidisciplinar EJOLT, en el cual intervienen 23 organizaciones, ha participado en la elaboración de un informe de doscientas páginas que pretende dar a conocer una gran variedad de iniciativas, campañas y propuestas para reducir la extracción de combustibles fósiles de sus fuentes.

El 9 de mayo, por primera vez en la historia de la humanidad, la concentración de partículas de dióxido de carbono cruzó la línea de las 400 ppm. Se calcula que si el 20% de las reservas mundiales de crudo, gas natural y carbón fueran consumidas, el cambio climático se descontrolaría.

Para este informe, es hora de escuchar las iniciativas que vienen de aquellas personas que han sufrido más la explotación petrolera. Ellos tienen grandes ideas para dejar de utilizar estas reservas, tanto de petróleo, como de carbón y de gas. En este informe, en el que han participado activistas y académicos con años de experiencia documentando casos de resistencia, se recogen algunos ejemplos de cómo y dónde se debe empezar el proceso de dejar el crudo en el subsuelo, evitando así que se utilicen estas reservas.

El documento narra iniciativas de control del crudo que van desde Colombia a Canadá y de Italia a Nueva Zelanda. En 1995, la comunidad Ogoni, del Delta del Níger se las arregló para expulsar a Shell de su territorio. Su propuesta de “dejar el crudo bajo tierra” fue recogida por la organización nigeriana Environmental Rights Action.

En 2006, la organización ecuatoriana Acción Ecológica, propuso dejar bajo tierra 580 millones de barriles de crudo, localizado en el Parque Nacional Yasuní, hogar de pueblos en aislamiento voluntario y lugar de la mayor biodiversidad del planeta. Esta propuesta fue apoyada por el gobierno ecuatoriano. Ecuador estaría haciendo un gran esfuerzo financiero que garantizaría su propio bienestar y el de la humanidad. El país ha pedido contribuciones internacionales equivalentes a la mitad del dinero que recibiría, aproximadamente, 3.600 millones de dólares, pagados en diez años.

Estas contribuciones estarían destinadas a la inversión social, la reparación ambiental en zonas afectadas por el petróleo, y el desarrollo de energías alternativas. Parte del dinero está llegando, pero no con la agilidad que se esperaba. Esta iniciativa se encuentra en serio peligro de ser cancelada.  

El informe resalta por qué la Unión Europea y otros países ricos deben apoyar iniciativas como la del Yasuní, y otras propuestas similares. El concepto ha causado controversia en muchos países petroleros, que ha sido inspiración para una nueva palabra: Yasunizar.

Finalmente, algunos capítulos del informe se refieren a los fundamentos jurídicos internacionales para detener la extracción en parques nacionales y territorios indígenas, los mecanismos económicos para mantener el crudo en el subsuelo y la economía política de la Iniciativa Yasuní. El informe explica nuevas formas radicales de interacción política y ecológica.

En Durban, la próxima lucha trata de cerrar el mayor complejo de refinación de petróleo de África como parte de una desintoxicación general, y para prevenir la perforación en el mar.

Así pues, según este informe, dejar el crudo en el subsuelo no se traduce en pérdidas, sino en ahorros. Debemos aprender a ahorrar. El petróleo bajo tierra, sigue siendo nuestro. Debemos aprender a no explotar todos los recursos que tenemos, simplemente porque los tenemos.

Podéis descargar el informe completo aquí.

Joan Martínez Alier, Leah Temper.
 
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