Gramsci nos da claves para entender mejor la comunicación científica
En 1926, pese a su inmunidad como parlamentario electo del Partido Comunista Italiano (PCI), Antonio Gramsci (1.891-1.937) fue detenido por la policía de Mussolini y condenado a 20 años de prisión. Desde su ostracismo, escribió 32 cuadernos con más de 3.000 páginas manuscritas, los famosos Quaderni del carcere (Cuadernos de la cárcel), que una vez publicados, ya después de la 2 ª Guerra Mundial, causaron un enorme impacto en Italia, y posteriormente a todo el mundo. Los Quaderni nos proporcionan reflexiones de una extraordinaria agudeza y sensibilidad sobre la cultura, la política, la educación, la ciencia y el poder. En concreto, conceptos como el de hegemonía, o el análisis del problema de los intelectuales, nos pueden ayudar a analizar críticamente la complejidad, a menudo minimizada, los procesos de comunicación científica en el presente y en el pasado.
Hegemonía es una de las grandes ideas gramscianas. Para Gramsci, el control que establecen las élites en un determinado momento histórico a través del estado, las leyes, la policía y el ejército, es decir, fundamentalmente con la aplicación de la fuerza, resulta insuficiente para comprender el estabilidad de nuestras sociedades. Las causas de esta estabilidad radican de hecho en el papel que juegan instituciones como la escuela, la familia, la iglesia, o incluso multitud de prácticas de nuestra vida cotidiana (incluidas las prácticas científicas) que contribuyen a la producción continua de significados y valores que mantienen un determinado status quo.
Gramsci dedicó también un número considerable de páginas de los Quaderni los protagonistas de la hegemonía: los intelectuales. Desde su punto de vista, cada grupo social emergente crea sus propios intelectuales "orgánicos", que proporcionan homogeneidad y control de su función social y política. Jueces, clérigos, altos funcionarios, profesores, o en particular científicos, se baten y se batían en el pasado precisamente por esta hegemonía cultural, por la autoridad científica, el control institucional, el prestigio social, o el poder académico, al servicio de determinadas élites.
Bajo la inspiración de la hegemonía y los intelectuales de Gramsci, podemos por lo tanto afinar el análisis crítico de un fenómeno cultural contemporáneo tan importante como el de la divulgación científica. La divulgación ahora ya no es vista como una actividad periférica o marginal en relación al conocimiento científico de los expertos, sino como una práctica cultural más, ubicada en primera línea de la batalla por la autoridad y el poder. Divulgar ya no es por tanto un acto generoso y filantrópico, sino al contrario, estaríamos ante un complejo proceso de circulación de conocimiento que, en la mayoría de los casos, reforzaría la autoridad del experto y marcaría aún de manera más rígida la separación de su saber respecto al de los profanos.
El concepto de hegemonía de Gramsci y el análisis del papel de los expertos (pero también los profanos) como potenciales intelectuales orgánicos es por tanto la mejor prevención que podemos tener contra las frecuentes interpretaciones, excesivamente ingenuas, simplistas y demasiado "políticamente correctas "de la divulgación científica.
Referencias
Agustí Nieto-Galan, “Antonio Gramsci Revisited: Historians of Science, Intellectuals, and the Struggle for Hegemony”, History of Science, 49 (2011) 453-478.
Agustí Nieto-Galan, Antonio Gramsci (1891-1937), 70 anys després. Fundació Nous Horitzons. Barcelona 2007.